LEISHMANIOSIS

Ya ha pasado el verano, esa época del año en que vuestros perros habrán corrido el riesgo de ser infectados por un parásito hemático de sobra conocido y que sé que os preocupa. España es, por desgracia, uno de los países mediterráneos en que se da con mayor frecuencia esta enfermedad.

Antes de empezar con su descripción, creo conveniente dejar claro que no se trasmite de perro a perro, y tampoco de perro a humano o viceversa, aunque se trate de una zoonosis. Esto es así, porque para su contagio es necesaria la intervención de un vector; dicho vector es la hembra de un mosquito que se conoce con el nombre de flebotomo. Son numerosos los estudios que existen sobre la leishmaniosis, y muchas las investigaciones que se realizan y se han realizado sobre la enfermedad. Actualmente se trabaja intensamente en la consecución de una vacuna, que lograría crear la inmunidad necesaria para que nuestros perros no desarrollaran la enfermedad en caso de ser picados por una hembra de flebotomo que esté infectada por leishmanias. Esto quiere decir que no todos los mosquitos de este género trasmitirán la enfermedad en caso de que piquen a vuestro perro. La enfermedad, a nivel humano, no suele revestir gravedad salvo que la persona picada se encuentra inmunodeprimida. Son bastantes los casos de enfermos de SIDA, y de drogodependientes que contraen la enfermedad. Estos últimos, se la trasmiten a través del uso de las jeringuillas con las que se inoculan la heroína, si no guardan las pertinentes medidas higiénicas.

Os puedo decir que, el que un perro enferme o no, dependerá fundamentalmente de su sistema inmunológico. Quiero decir que no todos los perros que son infectados por las leishmanias a través de la picadura del mosquito, van a desarrollar la enfermedad. Habrá muchos que consigan, por medio de sus defensas, neutralizar la infección; en otros, se dará la circunstancia de que las leishmanias estén durante mucho tiempo en su organismo (a veces años) sin que se desencadenen síntomas de ningún tipo, y en otros casos si que veremos a los perros enfermar.

Los síntomas que manifestarán vuestros perros dependerán del tipo de leishmaniosis que desarrollen. Lo digo por qué, en algunos casos, la enfermedad sólo se manifestará a nivel cutáneo (leishmaniosis cutánea), y en otros casos lo hará a nivel general (leishmaniosis visceral). Existe otra forma la cutáneo-visceral que englobará todos los síntomas posibles.

Un perro afectado de leishmaniosis puede presentar cojeras intermitentes sin causa que las justifiquen, aunque se deberán a una poliartirtis; podrá sangrar por la nariz de forma profusa, con hemorragias difíciles de controlar; podrá presentar úlceras que cicatrizan mal a nivel de superficies de contacto, como son los codos, y los corvejones; podrá presentar fiebre alta y adelgazamiento extremo; en ocasiones, alrededor de los ojos, veremos una pérdida de pelo que nos recordará al ojo de una perdiz; la piel, mostrará una importante descamación e hiperqueratosis, y habrá nódulos intradérmicos sobre el hocico, pabellones auriculares y almohadillas podales.

En los casos más extremos, veremos afectación del riñón y del hígado, que se manifestarán por aumento de la sed (polidipsia), aumento del volumen de orina (poliuria), consunción muscular, depresión, vómito, diarrea, tos, estornudos, y sangre en heces.

A nivel ocular, no será raro encontrarnos con uveitis, y conjuntivitis. Para el diagnóstico contamos con pruebas bastante específicas que se realizan con una muestra de sangre. Las técnicas más fiables son la inmunofluorescencia indirecta (IFI) y PCR (Reacción de la polimerasa). Se pueden realizar también aspirados de ganglios linfáticos, aspirados de médula ósea o improntas cutáneas que en ocasiones demostrarán la presencia del parásito. Un estudio de las proteínas mostrara un aumento de la fracción total (proteínas totales), con elevación de las gammaglobulinas, y ocasionales descensos de la albúmina.

El tratamiento suele mostrarse efectivo salvo que haya una importante afectación del riñón o del hígado. En la actualidad se utilizan el alopurinol, el antimoniato de glucamina, y más recientemente un nuevo fármaco cuyo nombre comercial es Milteforan, que se ha mostrado muy útil en aquellos casos en que el perro manifiesta insuficiencia renal.

La prevención de la enfermedad es muy importante. El producto que más útil con eficacia demostrada en diversos estudios, es el collar de deltametrina (Scalibur), que deberá llevar el perro desde mayo hasta octubre. Su principal inconveniente es la alergia que produce en algunos perros, especialmente en los de capa blanca. Como alternativa se postulan algunas presentaciones en forma de pipeta que comercializan algunos laboratorios como Bayer (Advocate) o Schering. (ExSpot).